REFLEXIONES A PROPOSITO DE LA SALUD MENTAL
Cada época, cada momento de la
historia de la humanidad ha traído consigo nuevas epidemias, nuevas
enfermedades y patologías; es
responsabilidad de nosotros, los profesionales de la salud, hacer frente a
estas manifestaciones que involucran el bienestar de una persona. El presente
escrito es el texto que queda después de la preparación de una ponencia frente
a profesionales de la salud y otros, en relación a intentar decir algo sobre la
salud mental, la filosofía y el psicoanálisis; entre otros.
Me arriesgaré a remitirme a la
época antigua, para ser más preciso a la filosofía antigua, para abordar la
cuestión de la salud mental. Desde aquellos tiempos la pregunta sobre qué
dirige a un sujeto en su comportamiento, acciones, elecciones, decisiones fue
central para pensarse la cuestión del ser; Sócrates pensaba que el hombre
cometía actos bueno y sobretodo malos por su ignorancia, es así que inicia la
pregunta sobre el ser y desde entonces nos da una pista: el hombre padece de un
desconocimiento de sí mismo: ¿qué significa tener desconocimiento de sí mismo?,
este enigmático filosofo constantemente en sus diálogos con otras personas
hacía surgir el interrogante ¿Quién es usted? al cual el otro respondía
haciendo referencia a su nombre, a su género, a su quehacer, a su profesión,
etc. Pero Sócrates nos diría que esa no son respuestas para aquella pregunta;
puesto que estas respuestas tienen preguntas precisas: ¿Cuál es tu nombre?,
¿Qué género eres?, ¿Cuál es tu ocupación?;
estas mismas respuesta ante la pregunta ¿quién es usted? muestran ese
desconocimiento del que nos hablaba Sócrates hace más de XXI siglos; al tiempo
nos dirá este antiguo y vigente filósofo que ese desconocimiento de sí mismo
nos hace realizar actos, asumir comportamientos, tomar decisiones, entre otras
cosas, que en ocasiones hará nuestra existencia menos vivible.
Las pasiones siempre están en el
hombre, el amor, el odio, la ira, el deseo, la alegría, la tristeza; se tornan
obstáculos para la vida cotidiana cuando surgen del desconocimiento de sí mismo
y se manifiesta, como lo decía Marco Aurelio, en: “la amargura, el hastío, la náusea
frente a la misma existencia humana”, con esto vemos que desde aquella época ya
existía una inconformidad con la propia existencia y que podía manifestarse no
sólo en relación consigo mismo sino también con el otro.
El campo de la salud mental ha
sido cuestión de reflexión desde hace miles de años, si bien el nombre responde
a ésta época moderna, su objeto de referencia ha existido desde hace siglos,
desde antaño existe la pregunta sobre el comportamiento de los seres humanos,
sobre qué es lo que lleva a cometer ciertas acciones a un sujeto.
Ante las diferentes
manifestaciones de la alteración en la salud mental en la época clásica se
respondía a ellas de diferentes maneras, propias de la época. Existe una
pintura de un artista, El Bosco se llama, donde plasma una idea en relación a
la salud mental en una determinada época clásica: la locura era causada por una
piedra (la piedra de la locura), y la forma de curar a un sujeto de esa locura
era la extracción de la piedra, practicándole una cirugía para dicha intensión.
Con el paso del tiempo se ha
presentado la necesidad de variar la
forma de un sujeto acomodarse en su existencia y en su relación con el otro;
surgen nuevos padecimientos en las personas, a los cuales la medicina no
encontraba respuestas, a la par que surge nuevos discursos para hacer frente a
esos malestares tanto de la cultura como del hombre. La antropología, la
sociología, nuevas sectas religiosas, etc. Entre esos discursos surge uno que
retoma el planteamiento socrático y de otros como Schopenhauer, es el
psicoanálisis, quien nos formulara, también, que el ser humano está gobernado
por una ignorancia de sí mismo.
Freud, fundador del
psicoanálisis, medico-neurólogo de profesión y un fuerte investigador del campo
de la ciencias de la medicina, plantea
la neurosis como una organización psíquica en el sujeto que le posibilitara una
relación soportable consigo mismo y con los demás, con la ley, la cultural, con
el padre, con la muerte, etc. relación soportable, pues en muchos casos, esa
organización no da los elementos necesarios para una relación armoniosa con las
contingencias que he mencionado. Esta organización psíquica se establece en el
sujeto desde su nacimiento hasta alrededor de los 6 o 7 años de edad.
El padecer de un sujeto
neurótico, es decir de los también llamados “normales”, es el de una
incompletud, el de una falta en su ser, o el de un desconocimiento de sí, que a
la vez lo lleva a elegir eventos, personas, trabajo, en fin, que lo
atormentaran posteriormente.
El neurótico se queja
constantemente de su existencia, de su cuerpo, de su padre, de su madre, de la
mujer que “escogió”, del jefe, de su amigo, del profesor. Se sostiene en una
relación insatisfecha o de imposible satisfacción en su vida cotidiana; hoy
decide una cosa, mañana otra y pasado mañana dejan todo e inician “un nuevo
proyecto de vida”. Busca objetos para que calmen esa falta de su ser, busca
objetos que le digan quien es él. Quiere encontrar certeza, seguridad,
comodidad; sin el menor trabajo.
Una persona que padece una
neurosis le dificultara terminar sus objetivos propuestos, arriesgarse a
encontrar nuevos y mejores caminos, a tener relaciones cotidiana satisfactorias
y su cuerpo padecerá de los más duros y mortificantes malestares; todos tenemos
algo de esta forma de existir, algunos podemos enfrentarlas, como por ejemplo
en un proceso analítico, donde durante un tiempo pasamos interrogándonos sobre
nuestro existir, pero existen otros, muchos, que sus lazos afectivos y sociales
se han acostumbrado a los constantes fracasos, a las relaciones cortas, a los
sentimientos de culpa, a la insatisfacción.
La neurosis es la respuesta, si
se quiere la “defensa”, a la falta de ser, al desconocimiento o la ignorancia
de sí, esa misma de la que hablaba el Sócrates de Platón; “una mala defensa,
una mala respuesta” sí, que le proporciona una fantaseada seguridad a quien la
padece, el sufrimiento se convierte en síntoma, y ese síntoma, al menos desde
el psicoanálisis, le permite sobrevivir al sujeto en medio de un “malestar de
la cultura”.
En la actualidad la salud mental
no ha estado en los intereses de aquellos que hacen una supuesta política y
menos en los del amo del capitalismo; entra
en juego la ciencia y la tecnología de la modernidad, la mismas que han
permitido que el ser humano tenga mejores condiciones de vivir, pero se debe
reflexionar un poco sobre esa tecnología salvaje que está invadiendo nuestros
lugares más íntimos; para ello quiero recordar una fábula de un gran pensador,
Schopenhauer, es la fábula del erizo o puerco espín: “estos animalitos padecían
una amenaza de desaparecer como especie, en una cueva se refugiaban para
esconderse de otros depredadores y del frio, sin embargo el frio los perseguía,
poco a poco dieron cuenta que si se acercaban un poco más podría encontrar
calor en el otro, pero se encontraban con un nuevo impase, se lastimaban entre
sí por sus espinas, así que volvían a separarse, pero el frio volvía a
golpearlos y volvían a unirse y sus espinas nuevamente les hacía daño, hasta
que en este ir y venir encontraron un punto donde se podrían calentar sin
lastimarse”, este filósofo nos dirá que esa debe ser la posible forma de
convivencia entre los sujetos, no estar muy cerca pero tanto poco muy lejos.
Sí contamos esta fábula ahora con personajes neuróticos,
cada uno con su padecer, ese padecer seria como las espinas del puerco espín,
pero al igual necesitaran del otro para seguir existiendo, es así como vemos
constantemente en las noticias, en los periódicos amarillistas que una persona
agredió, hirió y hasta asesino a su ser más querido. Hay un punto donde el otro
se vuelve insoportable para un sujeto, se encuentra muy cerca, muy íntimo,
invade el terreno de la privacidad, la intolerancia aparece, la agresividad,
que es constitucional del ser humano, se torna el arma perfecta para responder ante
esa omnipresencia del otro.
Pero también encontrarnos otra
posible respuesta, cuando se está muy cerca del otro se pude alejar de él,
entonces viene el otro movimiento del puerco espín, el distanciamiento, el
aislamiento, para esto la tecnología ha servido mucho, el prescindir del otro
en lo real ya no es problema, entonces encontramos, por ejemplo, que la
convivencia en un hogar, en una familia, en una pareja, es un campo de batalla
y tras de eso minado, quien dé un paso en falso puede perder algo de su
integridad, así que la tecnología ofrece alternativas para atrincherarse, cada
uno en un rincón bajo un mismo techo, cada uno cuenta con una TV, con un PC,
con una televisión por cable, un baño privado, una línea telefónica y sobretodo
un internet a la mano; con esto último el sujeto puede acceder a una realidad
donde el mismo puede construir como vivirla, encontramos opciones múltiples
como la de Seconds Life: “segunda vida”, su nombre es ya muy diciente y describe
los alcances que tiene, y es cierto, quien ingresa a este lugar virtual puede
crear una segunda vida. En algunos países ya se ha manifestado sus alcances,
adolescentes muertos por que se pierden en los
brazos de este oráculo de la modernidad; en este lugar virtual cada
sujeto puede encontrar una respuesta a su falta existencial, a su ignorancia de
sí mismo, puede encontrar una salida a su insatisfacción con su cuerpo, a su
miedo frente a su existencia, también es una posible opción de realizar todo
tipo de fantasía.
Aldemar Perdomo Varón